En el cine de Payne es común que los personajes emprendan viajes en los cuales busquen rastros de sus lazos afectivos. Nebraska es una road movie en la cual un joven acompaña a su padre, de avanzada edad, en la supuesta búsqueda de un premio que asciende a un millón de dólares. La fotografía en blanco y negro, así como los encuadres de movimiento sosegado, le dan inicialmente a la película un tono lánguido y otoñal. Sin embargo, Woody, el personaje del hombre mayor interpretado formidablemente por Bruce Dern, tiene un espíritu casi adolescente, a pesar de sus problemas de memoria, de sus achaques y desvaríos. Bromea sobre las mujeres, toma cerveza o se asoma a ver algún viejo amor.
Los diálogos en Nebraska se encuentran entre lo mejor de la película, y dibujan ese lado juguetón pero a la vez nostálgico de los personajes de la “tercera edad”. En una escena, la esposa de Woody se encuentra ante la tumba de un antiguo galán, se alza la falda y le “muestra” la entrepierna, “recordándole” de lo que se perdió al no lograr conquistarla hace varias décadas. Esa secuencia sintetiza muy bien la propuesta de la cinta: acercarse a seres que sienten la cercanía de la muerte, pero que están dispuestos a gastarle bromas mientras “reviven” un pasado ya lejano, en sus viajes por la carretera.
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