Esta película hindú de
Ritesh Batra es un melodrama ambientado en una India contemporánea, pero cuenta
un romance que parece de otro siglo, de tiempos lejanos, marcado por formas
anticuadas. Una joven mujer casada, de nombre Ila, envía a su esposo una
lonchera a través de un sistema de delivery que, por error, la deja a un señor
viudo y de edad madura, llamado Saajan. Aquella falla da lugar a que entre
ambos se inicie una correspondencia por escrito, en hojas de papel que se
guardan en cada entrega del recipiente de comida.
Así, surge una
atracción entre ambos, en medio del descontento, de la insatisfacción por un
marido infiel y de la soledad por la pérdida de la esposa. Los protagonistas de
The Lunchbox sienten que su vida se
ilumina gracias a las cartas. Esa emoción que se apodera de ellos empieza a ser
notada por dos personajes cómicos, una mujer mayor y gritona y un empleado
impertinente y excéntrico. La película, así, oscila entre el verbo humorístico
y la fantasía platónica, expresada en encuadres sobrios y apenas acentuada por
los actores, con gestos sutiles pero poderosamente sugerentes.
Hay varias escenas
formidables, como aquella en que, después de numerosas comunicaciones en papel,
Saajan decide buscar y ver a Ila, pero sin atreverse a hablar. Él, al sentirse
demasiado viejo para ella, prefiere comportarse como un caballero andante, de
aquellos que sólo podían amar a la distancia, viendo a su amada de lejos,
sintiéndola como un objeto inalcanzable y sublime. Por eso, The Lunchbox, una de las cintas de
ficción más atractivas que he podido ver hasta la fecha en el festival, es la
historia de un amor cortés, que nace con los modos de épocas perdidas.
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