lunes, 5 de agosto de 2013

Andy Milligan: ¿el peor director de la historia?




 
El peor director de la historia del cine. Eso es lo que muchos cinéfagos del mundo piensan. En consecuencia, opinan que Edward D. Wood Jr. no merece tal distinción. Andy Milligan, nacido en 1929, adquirió un cierto reconocimiento en los Estados Unidos con el mediometraje Vapors (1965), sentida mirada a un micro mundo homosexual en blanco y negro, con guiños estéticos al cine de John Cassavetes. Asimismo, dirigió películas de explotación con temática erótica, como  The filthy five (1968), una cinta ahora perdida pero apreciada en su momento por Andy Warhol, y Fleshpot on 42nd St. (1972), que tuvo buena acogida por parte de algunos críticos.

Pero para desdicha de Milligan, hoy algunos lo recuerdan no por sus buenas películas, sino por las malas. Sus películas de terror, entre las que se cuentan  The ghastly ones (1968), The body beneath (1970) y Guru, the mad monk (1970), dieron vida a un “universo Milligan”, poblado de personajes con diálogos que se dilataban hasta el sopor, seres deformes con maquillaje descaradamente postizo, insertos de gratuitas escenas de sexo, y  encuadres que se movilizaban con temblor documental. A pesar del desmadre de la puesta en escena, uno podía encontrar una energía vital en sus personajes, poseídos por una voraz lujuria por la sangre, encarnada con una hiperviolencia cutre y gore.  

Andy es una muestra emblemática de lo que se conoce como cine de serie Z. Se podía dar el lujo de realizar películas de época, ambientadas en el medioevo, con solo 10, 000 dólares o menos. Todos aquellos ingredientes ya mencionados hacían que sus películas adquirieran un acabado más insano de lo previsto por sus erráticos guiones. En medio de una galería de ojos perforados, cuellos acuchillados y manos mutiladas con generosas explosiones de pintura roja, las criaturas de Milligan exhibían una naturaleza perversa pocas veces vista en el cine. En una secuencia de Torture Dungeon (1970), un duque trata de forzar a su pareja para acostarse con él y un hombre jorobado en su cama matrimonial. Ante la negativa de ella, el Duque precisa: “No soy homosexual, no soy heterosexual, no soy asexual… Soy trisexual… ¡Haría lo que sea por placer!”.

Milligan murió enfermo de sida y olvidado en 1992. Sin embargo, a inicios de la década pasada, ha crecido un culto alrededor de sus películas, gracias a la fascinante biografía de Jimmy McDonough, columnista del Village Voice, llamada “The Ghastly one: The sex-gore netherworld of filmmaker Andy Milligan”.  







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