domingo, 27 de octubre de 2013

"Born Again": testimonio de parte


A tres décadas de un disco injustamente olvidado de Black Sabbath, y que dio vida a un videoclip que fue emitido reiteradas veces en la televisión peruana, durante el año 1983. Este es un texto escrito por un amigo que, además de dedicarse a la crítica de cine, es un amante del buen rock.

Imagen del videoclip "Trashed" de Black Sabbath


Escribe Raúl Lizarzaburu

Setiembre de 1983 en Lima. Eran tiempos sin Internet, sin DVD, sin programación por cable. Gerardo Manuel hacía un breve paso por Canal 9, que convirtió a Disco Club en el Club Nueve unos meses, aunque manteniendo su característica cortina musical al comienzo y al final: AC/DC y Paul McCartney. La televisión por UHF daba sus primeros pasos en nuestro país. Las ultimitas en rock, sobre todo el más caleta, el heavy y el progresivo que no pasaban otras radios, las traía Doble Nueve y, en menor medida, Miraflores. Y con ellas algo que entonces parecía increíble: Black Sabbath se reunía con uno de los más grandes vocalistas del hard rock, Ian Gillan, para lanzar su álbum Born Again, el de la criatura monstruosa en la tapa, con un sonido demoledor, más fuerte que el de cualquier otro trabajo de la banda. Y un gran nivel que quizá no ha tenido el reconocimiento que merece.

Pero vamos por partes. En 1979, un a decir de sus propios compañeros autodestructivo Ozzy Osbourne deja Black Sabbath luego del álbum Never Say Die (que sorprendió con un sonido más melódico, en temas como Junior’s Eyes o Johnny Blade, con sintetizadores), para iniciar su carrera solista con el álbum Blizzard of Ozz y el aporte invalorable del guitarrista Randy Rhoads, fallecido prematuramente. Black Sabbath ocuparía su lugar con el ex vocalista de Rainbow, el hoy finado Ronnie James Dio, quizá con mejores recursos vocales que Ozzy pero sin su aporte creativo y, en especial, sin su imagen. Con él grabarían dos interesantes discos en estudio (Heaven and Hell, Mob Rules) y uno en vivo (Live Evil) en el que interpreta temas de Ozzy, lo que generó opiniones encontradas, y luego del cual Dio y el baterista Vinnie Appice abandonan el grupo, lo que marcaría el retorno de Bill Ward, fundador de Sabbath, junto a sus viejos compañeros Tony Iommi y Geezer Butler en la guitarra y el bajo.

¿Y los temas del Born Again? Ninguno sobra. Comienza con el vértigo de Trashed (y un video que era programado en horario adulto). Stonehenge es uno de los dos instrumentales cortos del disco: su sonido de filme de terror termina con unos latidos que dan paso a los alaridos y carcajadas de Gillan —alternados con un perfecto compás y una letra delirante— en Disturbing the Priest. El otro instrumental breve, The Dark, que hace honor al nombre, empalma con un temazo: Zero the Hero, con un prolongado solo de guitarra de Iommi, que debe ser uno de los mejores de su carrera en estudio. Aparte de Trashed, el otro single de promoción era el potente Digital Bitch, rayano en el metal. Born Again, el tema principal, trae reminiscencias de Santana (percusión incluida) para cerrar con Hot Line, en el que también se lucen Gillan y la zurda prodigiosa de Iommi, y Keep It Warm, más cercano al estilo clásico de Sabbath.

En octubre de 1983, el Born Again alcanzaría el puesto 29 en EE UU y un más auspicioso puesto 4 en Inglaterra (*), pero no bastó para que Gillan se quedara en la banda. En 1984 se reincorporaría al grupo que lo consagró, Deep Purple, para su vuelta con el disco Perfect Strangers y su mejor formación, al lado de Blackmore, Glover, Paice y Lord. Tony Iommi grabaría como solista, pero bajo el ala de Sabbath, el regularón álbum Seventh Star, mientras el cuarteto entraba en un largo silencio. Su segundo aire con la formación original luego de varios años es ya otra historia.

* Fuente: Book of Rock Stars, Guinness Books

lunes, 21 de octubre de 2013

Sobre “Pesadilla en la calle Elm” (y su proyección en UVK Larcomar)



Si bien las proyecciones de varios clásicos en la sala de arte de UVK Larcomar no son en formato DCP, sino, hasta donde tengo entendido, desde un blu-ray, la calidad de imagen y sonido terminan siendo impresionantes. Nos dejan apreciar las películas en su máxima expresión posible, al menos dentro de nuestro país.

Ese es el caso de “Pesadilla en la calle Elm” (1984) de Wes Craven, reestrenada el último jueves. Ante la calidad de proyección, he podido disfrutar aún más de sus virtudes. Y una de ellas es su trabajo con el sonido. El inicio de la película es impresionante, con esos planos de detalle de las manos sucias de Freddy Krueger, aquel sujeto al que se le prendió fuego por abusar de varios niños y asesinarlos. Ceremoniosamente, elabora las cuchillas de su guante, con las que raspará tuberías viejas y máquinas humeantes, que parecen calderas extraídas de algún relato encantado, y creará ruidos que se sienten como chillidos metálicos.  

El hombre de piel quemada, con sombrero y jersey a rayas, busca ser como una bruja que hervirá los sueños de adolescentes, para así alimentarse de ellos. En medio de ese territorio onírico, en el que camina un cordero entre sombras (toda una reminiscencia del cine de Buñuel), se suceden otros sonidos inquietantes: una aparente canción de cuna de melodía tétrica; los jadeos de Freddy, que susurra el nombre de la adolescente que persigue; el rasgado de telas viejas; balidos y llantos de niños.

Que se mezclen aquellos sonidos animales con infantiles, refleja a los menores de edad como corderos a sacrificar por una nueva deidad. No es casualidad que en una de las escenas, Krueger le diga al personaje de Tina (Amanda Wyss), mientras acerca las cuchillas de su guante a su otra mano: “this is God”, procediendo a cortar sus propios dedos. Como un dios, el monstruoso personaje está dotado del arte de la omnipresencia, aparece y desaparece en cualquier rincón, en los sueños o en la realidad.

Cuando el personaje de Nancy (Heather Langenkamp) se queda dormido en su clase de Literatura, se escucha a un compañero suyo leer fragmentos de un libro de William Shakespeare. El dramaturgo inglés tiene una obra en la cual más de un personaje se pregunta por su relación entre dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, el que se siente mientras uno tiene los ojos cerrados, al soñar, o aquel que percibimos cuando los tenemos abiertos. Así, en otro pasaje onírico del filme, la protagonista ve el cuerpo de Tina encerrado en un bolso transparente de morgue, manchado de sangre, pero parado como si fuera una réplica de alguna imagen de la Virgen María, profanada con insectos que salen de su boca. Por todo ello, el serial killer posee una ubicuidad de macabro aire religioso.

“Pesadilla en la calle Elm” es cruda y violenta, con algunas imágenes espectaculares, como la de Jhonny Depp siendo absorbido por su cama y licuado, convertido en un chorro de sangre que explota sobre el techo de su habitación. Sin embargo, los momentos más gore de la cinta suelen ser precedidos por no solo por aquellos sonidos escalofriantes, sino por una atmósfera tenebrosa, de sombras que se proyectan como provenientes de alguna cinta fantástica de Jacques Tourneur. Las escenas más brillantes de la cinta son aquellas en las cuales Freddy Krueger emerge de una oscuridad fantasmal, como un cuco de brazos que mutan en tentáculos gigantescos, o que corta su carne para revelar sus entrañas viscosas y nauseabundas. El mal en la película se sugiere en encuadres lóbregos, que avanzan con movilidad laberíntica, para finalmente aparecer con brutalidad.

Una serie de escenas y giros narrativos de “Pesadilla en la calle Elm” le deben mucho a Alfred Hitchcock. Al inicio del filme, Tina parece ser quien será la protagonista, sin embargo muere a la media hora de avanzada la película.  Por otro lado, en una secuencia, Nancy es atacada en una bañera. Los recuerdos de una Janet Leigh, destinada a ser la protagonista de todo el metraje de “Psicosis” pero muerta a la mitad, y además atacada en un espacio tan íntimo como el baño, vienen a nuestra memoria cuando vemos el mítico filme de Wes Craven. Pero la cinta que mostró por primera vez a Freddy Krueger tiene otros ingredientes que la hacen única.