miércoles, 18 de marzo de 2015

Vértigo y Lost Highway: dobles femeninos en Alfred Hitchcock y David Lynch




Este texto ha sido publicado en la revista "Desistfilm", en un especial sobre la duplicidad en el cine.


El cine de Alfred Hitchcock  trató el tema de la  doblez de muchas maneras. Los personajes que interpretan Otto Kruger y Joseph Cotten en Sabotaje (1942) y  La sombra de una duda (1943) respectivamente, esconden detrás de su apariencia cálida y encantadora sus lazos con un mundo sórdido y criminal. Podemos encontrar variaciones de este tipo de doblez en Psicosis (1960) y  Frenesí (1972), cintas en que asesinos en serie se enmascaran detrás de la imagen de un tímido administrador de motel o de un afable verdulero.
En Rebecca (1940), el personaje de Joan Fontaine quiere dejar de ser ella misma para convertirse en la encarnación de otra persona, la fallecida esposa del aristócrata interpretado por Laurence Olivier. Hitchcock retomaría la figura del doble de una mujer muerta en Vértigo (1958), cinta en la que Judy Barton se convierte en la mujer que “resucita” a Madeleine Elster (ambos personajes interpretados por Kim Novak), al estar sometida a la obsesión mortuoria de Scottie (James Stewart).
La doblez que recorre el cine de Hitchcock está más presente que nunca en las expresiones audiovisuales contemporáneas. Está en el cine de David Cronenberg, con el Tom Stall (Viggo Mortensen) de Una historia violenta (2005), que tras su imagen de héroe y cabeza de familia ejemplar, oculta su pasado delincuencial, o en una serie de televisión como Breaking Bad, en la que Walter White (Bryan Cranston), un profesor de química, padre y esposo de apariencia inofensiva, se dedica a la fabricación y comercialización ilegales de metanfetaminas.
Subsuelo/Subconciente
Pero si hubiera que escoger un cineasta que recoge la esencia de la doblez del cine de Hitchcock es David Lynch. En Terciopelo azul (1986) Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan) desciende desde Lumberton, una localidad norteamericana de aura näif, hacia un submundo poblado por gánsteres y seres retorcidos, gracias a una oreja mutilada que encuentra en un jardín. Sin embargo, el viaje de Jeffrey es interno, dado que recorre los senderos más oscuros de su alma, para así convertirse en un mirón al estilo del Norman Bates de “Psicosis”, o  en un sujeto que trata a una mujer con la misma violencia con que Hitchcock  agredía el cuerpo o la mente de los personajes que Tippi Hedren interpretaba en “Los pájaros” (1963) o Marnie (1964).